En Cuba, todo el mundo “sabe” de televisión. La gente expresa una opinión (crítica, bien argumentada) sobre las propuestas de cada uno de los canales; tiene una visión general sobre las medidas que debería tomar la dirección de la entidad para ofrecer una programación de altura. Es más, en Cuba cualquier hijo de vecino se siente con la capacidad para armar una “parrilla” de programas, su propia “parrilla”.
Tomado de “La Televisión que viene”, artículo de Yuris Nórido publicado en el semanario Trabajadores el 18 de marzo de 2012.
No voy a hacer leña del árbol caído, al menos en esta ocasión. Los cubanos, sobre todo los de a pie, conocen aciertos y desaciertos de la Televión Cubana. Los primeros, casi siempre en horarios para serenos o desempleados. Los segundos… bueno, ahí está Skippy por enésima vez en la programación destinada a niños y jóvenes.
Pero dejemos atrás al pobre canguro que de tanto saltar (la serie de aventuras se transmitió originalmente en Australia entre 1966 y 1968) ya no debe tener ánimos para una reposición más. El marsupial ahora antecede en horario martes y jueves a las “aventuras”, horario estelar por donde pasaron El Prisionero de la Máscara de Hierro y Mucho Ruido por solo poner dos ejemplos distantes uno de otro en el tiempo. Ahora el ¿protagonismo? de este espacio que en mi infancia era apreciado por todos los integrantes de mi familia sin importar la edad, lo ocupan “Las Aventuras de Simbad”.
The Adventures of Sinbad es una serie de televisión canadiense, que salió al aire en ese país entre 1996 y 1998. No estoy en contra de transmitir antiguas series o películas y para demostrarlo, ahí está mi interés cada vez que la televisión nos trae a “Clandestinos”, “El Padrino” o las seres policíacas de los 80-90. El problema es que en Cuba apostamos por una programación inteligente y esta serie protagonizada por el estadounidense Zen Gesner solo puede ser una sátira al intrépido marino árabe que conocí en el libro Las mil y una noches.
Incluso en Simbad: La leyenda de los siete mares, la película de animación, del año 2003, dirigida por Patrick Gilmore y Tim Johnson, nos muestra a un protagonista mucho más moreno que Gesner, a pesar del mercantilismo Holliwodense y la cruzada anti árabe desatada después de los atentados del 11 de septiembre. Pero si fuera poco lo de Gesner, ahí tenemos a la tripulación del barco, pálida en casi su totalidad. La gota que colma la copa en la serie es Maeve, ¡¡¡una hechicera Celta!!!
Yo me quedo con Multivisión y Discovery Channel, ¿qué escoges tú?